Julián Matta y Val Vargas. Soliloquio, la ruina

La arquitectura de Mario Roberto Alvarez gozó de buena salud durante muchos años. Aunque si lo juzgamos por la dimensión material y simbólica del proyecto quizás no fueron tantos. Convengamos que la utopía modernista era eso, una utopía.
¿Cuándo empezó el deterioro? ¿Cómo determinarlo?
Dicen que a los diez años de su inauguración el edificio ya mostraba indicios de falta de mantenimiento pero ¿para qué sacar cuentas? ¿para qué buscar responsables? Preferiría no hacerlo. Es el signo de los tiempos impreso en el obrar humano. Habrá un poco del cinismo, de quienes ya saben cómo termina todo y sacan provecho; y otro tanto de la fe, de quienes con los mismos datos deciden apuntalar lo que se cae.

La escena que presentan Val Vargas y Julián Matta parece ser una crítica al Estado, pero más específicamente al Estado de las Cosas. La Arquitectura y el Arte como campo de batalla de las fuerzas políticas y psicológicas.
La imagen puede verse como un bodegón, aunque quizás tampoco sean necesarias esas clasificaciones. El análisis exige un gasto de energía tan grande que preferiría evitar la fatiga. El arte se ha vuelto una cosa tan compleja, tan frágil, que podemos abandonarnos un poco sin por eso violentar las reglas. Todo es Arte. Vagamos entonces por esta sala donde el andamiaje de acciones y omisiones sostiene incluso lecturas contrapuestas. Según se mire, las cosas son lo que son y son su reverso. Los artistas le dan un tratamiento a los elementos constitutivos de la sala de modo que se reflejan sobre sí mismos y nos dejan al borde de la neurosis. ¿Sabía usted que estas paredes negras son en realidad una adaptación del edificio a nuevas exigencias institucionales? ¿Sabía que atrás de estas placas de fenólico pintado hay paredes blancas, de mármol, y que entre unas y otras hay un espacio de dos metros? ¿Es acaso esta caja negra, dentro del cubo blanco, un exótico parásito contemporáneo que nos ha tragado? El dúo Vargas-Matta lejos de desentenderse, se apropia de estas paradojas para levantar su ficción y someterla a su opuesto: lo impensable, el accidente.
El tiempo avanza a través la materia desplegando sus procesos, equilibrando el sistema. No hay mucho para hacer más que deambular por donde nos lleve la curiosidad y eventualmente sentarse sobre la vanidad, y dejarse estar... Siempre hay otros sentidos, incluso en el silencio. Habrá que ver la vitalidad de la muerte.

M.S. Dansey

 

Julián Matta y Val Vargas
Soliloquio, la ruina

Desde el 6 de diciembre de 2017
inaugura: 6 de diciembre, 19h
Martes a domingos de 15 a 21h
Sala e

Cultural San Martín
Sarmiento 1551
Ciudad Autónoma de Buenos Aires