Uno para todos y todos para uno

La Fundación El Mirador Arte Contemporáneo presenta por primera vez una muestra de la que participan todos los artistas que representa la galería y algunos nuevos con los que se ha comenzado a trabajar. Las obras incluidas en esta muestra, dotadas de un lenguaje poético, son un verdadero laboratorio de experimentación audiovisual; provocan, además, un cuestionamiento de las estructuras e intervienen la historia.

En esta muestra, se indaga el papel de los artistas contemporáneos, que se desempeñan como investigadores, curadores y gestores. Para estos, las obras que crean son, en realidad, procesos de apropiación durante los cuales realizan una búsqueda, hacen una selección de los aspectos que quieren contar, y finalmente, promueven la obra a través de los espacios de fundación–residencia–exhibición que brindan los nuevos galeristas. El límite entre artistas y galeristas llega a desdibujarse: todos se convierten en uno, en un bloque de fuerza, una fuerza transformadora, una polea que empuja hacia un futuro plagado de incertidumbre, misterio y riesgo.

Lucia Von
Sprecher escoge como eje de su investigación la mujer, el cuerpo y el deseo, que cifra en un secreto, su secreto. En su intimidad, Von Sprecher realiza una serie de performances en las que pone su cuerpo en riesgo y registra en fotografías y videos que luego interviene a través de fotocopias, fotogramas de video, copias de copias.

Franco Basualdo
utiliza la obra como un arma, cuestiona las estructuras políticas, y nos remite a la historia política de nuestro país. Su obra es ruidosa, invasiva y amenazante, una máquina que crea pólvora en la que la idea de explosión está latente.

Martín Touzón
investiga la relación entre el arte y la economía, con materiales y medios varios. En su caso, el artista es un coleccionista de objetos mundanos que se apropia de restos de obras de otros artistas con los que va produciendo, en conjunto, su propia obra.

Ángel Gabriel
crea un lenguaje propio que parece inspirado en las ancestrales culturas de los pueblos originarios. Su obra, en la que se utiliza piedras preciosas, cerámicas y oro, es hermafrodita, compleja e interminable, una construcción obsesiva que nos sumerge en una caverna en la que descubrimos mensajes ocultos.

Lulú Jankilevich
utiliza la sexualidad y el erotismo como forma de empoderamiento. En su obra, intervienen el papel de la mujer, el cuerpo del deseo y la intimidad. Esos elementos configuran un paisaje complejo en el que los paradigmas tradicionales se transforman.

Mariana Bersten
trabaja la idea del derrumbe. Para la artista, la casa representa una amenaza, y, por medio de este concepto, cuestiona la idea de paraíso y la casa como un espacio donde la violencia domestica parece latente.

Francesca Darget
investiga sobre el pasado familiar, ironiza el recuerdo y las clases sociales y resignifica los objetos para reconstruir la historia familia.

Federico Villarino
piensa la pintura desde la era digital. A su obra, la atraviesa el pixel, el Glich y plantea el error como posibilidad.

Celeste Martínez
habla de la enfermedad como un síntoma social y transporta la enfermedad a los objetos, a los que infecta, mancha y contagia. Su trabajo dialoga con la ciencia y la sociedad.

Ana Montecuco
crea Universos donde los objetos cobran vida y nos hablan. Obras efímeras que se transforman y donde el límite entre la funcionalidad y el arte queda desdibujado.

En la obra de Magdalena Petroni, el material desempeña un papel fundamental. La mezcla entre la cerámica y el bronce nos remite a objetos de decoración cotidianos pero deformados y cargados de significados ocultos.

Alejandro Moreyra crea su propia mitología y la rodea de símbolos y héroes que habitan el conurbano bonaerense, un paisaje que conoce el artista y que nos permite invadirlo y cargarlo de un significado místico.

En fin, la muestra Uno para todos y todos para uno nos invita a participar de un dialogo de diversidad proceso, espiritismo, magia, apropiación y gestión.

 

Uno para todos y todos para uno
Desde el 19 de Octubre de 2017

El Mirador - Arte Contemporáneo
Brasíl 301
Ciudad Autónoma de Buenos Aires