Leo Tavella

¿Las tendencias en la plástica se reflejan también en la cerámica. Por ejemplo, el hiperrealismo tuvo su influencia en algunos trabajos suyos?

- No es hiperrealismo lo que hice. En ese movimiento se copiaba sin ninguna interpretación, con un crudo realismo que imitaba hasta los pelos. No se trata de eso.Yo hice una pieza basándome en una fotografía en que los zapatos parecen zapatos, pero había fantasía en la ropa, en el modelado. Eso dentro de lo mío; pero en general, dentro de la cerámica argentina tampoco hubo hiperrealismo, yo no lo recuerdo.

¿Se dieron instalaciones en la cerámica?

- Se hicieron algunas obras de ese tipo en cerámica, pero no con la envergadura de otras ramas de la plástica, como las instalaciones de escultura en Europa. Las tendencias no cuajan tanto en la cerámica cuando son cosas de mucha facilidad, mientras que ésta involucra un trabajo muy artesanal, aunque se esté buscando hacer algo artístico. No da para ese gran desplazamiento de cosas, aunque hubo algo de eso en Venezuela, en la exposición “Barro en América" en el 92. Cuando estuve allí estuve tentado de hacer una instalación, pero por fin no se dio. Como en todas las épocas se hacen muchísimas cosas pero no todo perdura. En el Renacimiento había gran cantidad de pintores pero pasarán a la historia unos pocos, como Miguel Ángel, Leonardo, Rafael. Personalmente no busco estar al día con los movimientos. Yo trabajo en lo que siento, sin importarme siquiera si se venden las obras.

¿Qué característica tendría para usted la cerámica en la Argentina?

- Aquí tiene una característica distinta a la de Europa. No estamos en la cuestión puramente artesanal, la cosa exquisita de esmaltes, materiales y alta temperatura. No sé si acá nos faltaba el conocimiento o una tradición o es que muchos ceramistas,entre los que me cuento yo, han comenzado por hacer escultura. Yo antes trabajé con madera, yeso, cemento. No pasé nada al bronce porque nunca tenía dinero. De igual manera Vilma trabaja con otros materiales que no son los tradicionales en cerámica y tiene la posibilidad de hacer otras cosas. Entonces lo nuestro no es sólo artesanía, entra dentro de lo artístico. El hecho es que mandamos a salones de escultura y tenemos premios. Yo he aconsejado a ceramistas que manden obras a salones de escultura, no cacharros, por supuesto, pero obras abstractas o figurativas. Nos costó entrar porque había cierto desprecio por la cerámica. Es decir que se veían postergadas las obras cuando eran de cerámica. - Todavía hay bastante de eso, porque son contados los ceramistas que han entrado a un Salón Nacional de Escultura. Somos muy pocos. Pero es cierto que hay un prejuicio contra la cerámica porque ésta involucra la artesanía. Nosotros vamos más allá de la obra artesanal sin dejar de valorar ésta como algo noble y hermoso que tiene su lugar. En Europa no se da la cerámica escultórica. Allí se da más la “pottery”, es decir, la vasija. Los artistas más consagrados intervienen en la arquitectura, algo que en Europa es más habitual que acá.

¿Cómo se da la cerámica en arquitectura?

- Se da en grandes murales, algo frecuente en España e Italia, como también en obras para plazas. Nunca me han llamado para hacer un revestimiento mural en un banco, por ejemplo, y en Europa se da mucho. No hay tradición de eso aquí. La cerámica europea es muy ortodoxa. Vilma Villaverde junto con ceramistas como Mireya Baglietto e Ingeborg Ringer entre otros, empezamos a usar otros materiales como el acrílico dentro de la obra cerámica. En ese caso ya no mandamos a un salón de cerámica sino de escultura. Antes trabajaba mucho con madera, luego he vuelto a la cerámica combinándola con hierro. Nos sentimos más libres para innovar. También el grabado antes tenía que cumplir ciertos requisitos y ahora se hace con mucha libertad, se introducen otros elementos, como en la obra de Berni, por ejemplo.

¿En los salones de cerámica se puede incluir otro material en la obra?

- Desde los años 60 y pico yo introducía otro material, como el hierro, por ejemplo, antes no se aceptaba. Sin embargo hay ciertas exigencias, como la de que la mayor parte de la obra debe ser de cerámica. Pero hubo una gran apertura en ese criterio. En los salones de escultura hemos tenido la oportunidad de presentarnos y ganar premios; Vilma un primer premio este año en el Salón de Sta. Fe y numerosos premios desde el año 71 hasta la fecha. Yo en el 90 gané el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Escultura combinando hierro y pintura acrílica. Tuvimos esa oportunidad y ese reconocimiento.

En los 70 había dos escuelas bien diferenciadas: la de Mireya Baglietto y la de Leo Tavella. Mireya trabajaba más las texturas, los esmaltes mates, el chamote, y usted Leo estaba en otra línea de trabajo: esmaltes blancos, pulidos, brillantes. Vilma trabajó en los dos talleres y luego fue convocada con Ud. a la Universidad de Misiones. ¿Qué se comparte al trabajar juntos?

Se comparten procedimientos. Cuando uno hace algo, no quiere que otro imite lo mismo. En cambio si inventa un procedimiento es distinto, no se guarda el secreto. Es como si el que inventó la pintura al óleo no se lo hubiera dicho a nadie. Le daré un ejemplo: estuvimos dando un curso en Colombia con Vilma cuando estudiaba conmigo y ya la llevé como ayudante. Una alumna del curso tenía una galería de arte y nos propuso hacer una exposición. El curso duraba hasta las siete de la tarde y luego trabajábamos hasta las tres de la mañana. Con el apuro Vilma no sabía qué hacer y yo le dije: “hacé” como yo, agarra latas, “mezclá” con cosas, es más rápido. Creo que eso le dio más amplitud para seguir trabajando libremente, con los sanitarios, por ejemplo. En una etapa de mi evolución comencé a hacer piezas parte cerámica y parte madera pintada, creo que nadie lo había hecho antes, acá o en Europa. Por ejemplo, en una cabeza, la mitad era cerámica y la otra mitad era una madera plana pintada simulando volumen, de manera que de lejos se vea como una unidad. Una figura acostada tendría una pierna de cerámica y otra de madera pintada. En este momento he dejado de hacer esto porque uno va cambiando, aunque a veces vuelve a esas cosas. Es algo inconsciente, le van quedando las etapas como dormidas y aparecen luego en cualquier momento.

Veo aquí, en el estudio de Vilma, algunas telas de pequeño tamaño pintadas por usted, Leo. ¿Se dedica también a la pintura?

- Ahora la hago como un entretenimiento. Comencé en San Francisco de Córdoba, poco antes de los 40; fue en un taller que era muy pequeño, que se había hecho en un ex-estadio de fútbol y allí trabajaba con un escultor que hacía también pintura. Yo empecé incluso estudiando pintura, pero después me interesó más la escultura. Cuando más tarde tomé contacto con la cerámica me pareció tan increíble que en ese material, igual que en la madera y la piedra, se pudiera plasmar directamente la obra. En el bronce, el cemento, el yeso, no es lo mismo. Se usa un molde, y ese molde se rellena con otro material. Si hacés algo en barro eso ya tiene una expresión. El yeso tiene otra y el cemento, otra. La obra de cerámica que se lleva a poliéster, por ejemplo, a veces pierde la textura especial de la arcilla. - Di Stéfano hace esculturas en poliéster que son una maravilla. Es otro sistema, trabaja conociendo el material. Pone capa sobre capa de material coloreado, y al pulir la obra van apareciendo los colores. Es un escultor muy importante, me gusta muchísimo su obra.

¿Qué está haciendo ahora?

- Empecé otra vez a combinar latas y hierro en algunas cosas chicas. Estoy trabajando con chamote y con más texturas. He descubierto el cloruro de cobalto y el sulfato de hierro utilizándolos después que está todo hecho. Queda una calidad muy linda. Yo siempre estoy experimentando. No entiendo nada de química y una vez quería utilizar el sulfato de manganeso. Lo preparé y a la mañana , otra vista siguiente era una piedra. Se me ocurrió otro día ponerle vinagre y se disolvió perfectamente. En el horneado dio un azuladito rosado hermoso.

¿Cuándo empezó a hacer cerámica?

- Fue alrededor de los 50, con un profesor de Acassuso que enseñaba en la escuela de Bulnes. Había equipado un taller artesanal con miras a la venta. No resultó. Tenía todo montado, estantería, horno, todo. Entonces se fijó en catálogos la gente que vivía cerca y que podría estar interesada, entre ellos, yo. En ese momento hacía esculturas en yeso y al tomar contacto con la cerámica me encantó. Allí me dieron una facilidad impresionante para trabajar, y cuando ellos se retiraron me quedé yo con el taller. No conocía mucho de cerámica entonces y aprendí experimentando. Me acuerdo que aquí todavía no había colores mates. Tenían el azul, el rubí, el amarillo, el caramelo, el habano, el blanco y el negro, pero todos brillantes, ni un solo esmalte mate. En el taller había un cajón con paquetitos de polvo limpiador de ollas, y mezclando eso con un esmalte brillante me dio uno mate. También fui a una marmolería y juntando el polvo que lijaban, que es carbonato de calcio, salió un esmalte lindísimo que luego aprovecharon en la Casa del Ceramista. Uno inventa trabajando. Si contara los fracasos que he tenido, son impresionantes. En el tiempo en que no podía siquiera comprar una balanza me dieron una beca del Fondo de las Artes para investigar esmaltes. Ahí trabajé con el carbonato de calcio y también experimenté con los rojos.

En los años 70 usted ya tenía la carrera hecha y era famoso por sus esmaltes pulidos, blancos. No sé si le quedará alguna pieza de esa época.

- Sólo me queda una. Se vendían mucho esas obras porque gustaban más, eran más amables. Siempre busqué la expresión humana dentro de lo que hago. No me interesan personalmente los temas abstractos. Hay grandes artistas que hacen obra nofigurativa, pero no es lo mío. Yo siempre trabajé con el sentimiento. El tiempo del proceso nos conmocionó y empecé a hacer cosas más expresivas, más dramáticas. Después trabajé con maderas coloreadas y también con hierro. Ahora estoy haciendo una cabeza grande de cerámica con silueta de hierro.

Hay algunos artistas que se quedan en su mejor época y entonces comienzan a repetirse. Hay muchos ejemplos de eso en la plástica internacional. Entonces, el hecho de que usted haya cambiado cuando hubo una época en que estaba casi consagrado en su forma de trabajo y que haya cambiado porque ya no lo sentía más, es muy meritorio.

- No se debe insistir cuando no se siente. En Miguel Ángel hay una continuidad, no hay cambios notables. Las primeras obras se ven más trabajadas, después fue más espontáneo. Pero no hubo repetición. La repetición llega cuando uno no sabe qué hacer y entonces insiste en lo mismo pero sin emoción. Cuando se repite es como hacer algo adocenado, sin vida. No trato de actualizarme. Pero espero que cuando pase la zaranda del tiempo algunas cosas mías queden. He tenido muchos premios, aquí y en el extranjero, pero yo no hago relaciones públicas, estoy trabajando en mí taller todo el día. Algo quedará de lo que hago.

Leo Tavella nació en Galvez, Argentina, el 23 de Septiembre de 1920. Inició sus estudios de pintura y escultura en San Francisco de Córdoba. Ejerce la docencia especializada y la investigación en las disciplinas de Escultura y Cerámica, dirigiendo el taller que lleva su nombre. Al mismo tiempo ha dictado y dicta cursos en diversas instituciones educativas del país y en el exterior. A Elga Tavella, Ana María Otero, Bebi, Miguel Angel Fuster y Sabina Caula por su valiosa colaboración, a Roberto Guevara por su aporte desinteresado. y a Lis por su sonrisa.

Por: Loretta Brass de Eggers.
Fuente: Conbarro.com